viernes, 16 de marzo de 2012

PRUNUS DOMÉSTICA (CIRUELO)

Estamos en plena época de floración de los Prunos (familia Rosaceae), entre los que se encuentran el almendro (Prunus dulcis), el albaricoque (Prunus armeniaca) o el ciruelo (Prunus domestica).

Prunus doméstica (Foto de Jesús Cañas)
A este último lo podemos contemplar en varias calles de Aranjuez como árbol ornamental dando un gran toque de colorido durante el principio de la primavera. Sus flores pueden ser de color blanco o rosáceas, estando compuestas por cinco pétalos y tienen efectos diuréticos.

Flor de Prunus doméstica
Se trata de un árbol de raíces poco profundas, cuyo tallo es erecto y puede llegar a medir los 6-7 metros de altura. Su fruto es carnoso, de piel muy fina y en su interior alberga un hueso en cuyo interior contiene una almendra, la cual no se debe comer nunca ya que contiene un ácido venenoso: el ácido cianhídrico. El color de la fruta varía en función de su variedad.


La ciruela, sobre todo seca, es un alimento con un alto valor nutritivo. Además, es bien conocido su poder como laxante, aun comiendo pocos frutos. En cuanto a su composición, es destacable su alto contenido en vitaminas; también contiene muchas sales minerales de hierro, calcio, magnesio, potasio y sodio. De los huesos se puede extraer un aceite sucedáneo del de almendras.

Fruto del Prunus doméstica (Foto de classics.uc.edu)
Como curiosidad os diré que gran parte de las variedades de ciruelos son autopolinizantes, no necesitando otro ciruelo polinizador para dar frutos. Del tronco se extrae una goma que se usa en vez de la goma arábiga y para sazonar sidra. De las semillas se extrae un aceite amargo, de los frutos un colorante azul y de la corteza otro pardo-rojizo. La madera con vetas rojas, dura, densa y compacta, es muy apreciada en ebanistería.

1 comentario:

  1. Cecilio Fernández Bustos5 de abril de 2012, 17:59

    «Mingo:
    Excelente entrada. Noticia pedagógica que ilustra y forma. Las ciruelas, junto con las manzanas reinaron en las huertas de Aranjuez hasta los años sesenta del pasado siglo. Especialmente la ciruela Claudia, aquella que en los años cincuenta compraban en flor las conserveras murcianas. En los veranos de mi infancia, estaban tan ricas, cuando se abrían de maduras, que eran inevitables los cólicos. Es una pena, claro está, desde mi punto de vista que ya no sea posible gozar de aquellos sabores tan exquisitos: ciruelas ‘claudia’, manzanas de ‘verruga’ y ‘verdedoncella’, peras de ‘naranja’.
    ¡Gracias por anunciarnos la floración de los ciruelos!
    Un abrazo,
    Cecilio»

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